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Hoy ha sido un día para olvidar. He llegado a casa hecho una mierda. Ya no es suficiente que tenga que ser el imbécil del reten, sino que además he tenido que aguantar como un médico borracho me ha amenazado con denunciarme. No tengo ganas de contar la historia, el que quiera que me la pregunte personalmente.

Estoy harto de terner que aguantar como algunos te miran por encima del hombro como si fueras un insignificante mosquito. Hacia tiempo que no me daba un bajon tran grande, la verdad.Pero al llegar a casa a sucedido algo que me ha llegado al corazón.

Mi padre se a pasado por el apartado de correos y me ha traido una carta. Ha sido la unica carta que he recibido, con tan solo una firma, pero que me ha llenado mas que todas las firmas que he recogido entre los amigos y conocidos. Una persona anónima que se ha bajado el documento de la «Plataforma», lo ha firmado y ha perdido su tiempo en hechar la carta al buzón.

Me ha llenado de satisfacción el saber que al menos hay alguien ahí, fuera de mi circulo, que cree en lo que estas luchando y que quiere prestar su apoyo. Una persona que, por decirlo de algun modo tiene esperanzas en ti, y que te cree capaz de solucionar las cosas.

No se si esta será la forma correcta de tomarmelo (quizás influya el estado de ánimo) pero me ha dado fuerzas para seguir siendo como soy. No se… algo asi como «vamos ! sigue así lo estas haciendo muy bien»

Desde aquí quiero darle las gracias a este chico y decirle que no lo defraudare.

No se noto mucho la oscuridad, la verdad. Muy lejos del 80 % de oscuridad que vaticinaba el periódico de gran difusión 20minutos, pero yo estuve ahí y lo vi, desafiando a las autoridades sanitarias, y a los elementos.

Aquí me podeis ver con mis gafas improvisadas, algunas eran incluso polarizadas.

En ocasiones me basta solo con cerrar los ojos y verme apareciendo en el lugar en el que se desarrolla la infracción. Ataviado con mi capa, mi antifaz que protege mi identidad, y con mis armas justicieras, El Martillo Libertador y La Maza Liberadora.

Llego al lugar, examino con mi mirada la situación y detecto cual es la fuente del problema y una vez detectada la causa, ante la mirada feliz, y los vitores de algunos y la cara de terror de otros… comienza mi hacer…

Para los coches en segunda fila y que dificultan el tráfico me decanto por el Martillo Libertador, lo levanto en el aire y comienzo a impartir justicia. Me ensaño primero con los cristales, el parabrisas, la luna trasera, las laterales… para luego continuar con los faros, radiadores, puertas hasta que el vehículo comienza a disminuir de tamaño y a quedar en un amasijo de hierros comprimidos, hasta el punto que deja de entorpecer al circulación. Es en ese momento cuando empiezan los vítores, abrazos, pitidos de agradecimiento y aplausos de las personas que han presenciado mi hacer. Entonces el propietario del vehículo reconoce su culpa y pide perdón a todos los presentes por haber causado una situación molesta para todos, y después se acerca a mi y me da las gracias por haberle hecho ver cual era su error y prometiendo que nunca volverá a realizar algo así.

La Maza Liberadora me gusta reservarla para grandes vehículos: camiones de mudanzas, gruas, hormigoneras y similares que cortan la circulación, aunque también reconozco que me gusta usarla contra motillos con el escape libre. La Maza es mi arma más espectacular y la más celebrada. Su tamaño es enorme, hace vibrar la tierra cuando la uso, e imparte terror y admiración al mismo tiempo. Es capaz de reducir a polvo cualquier vehículo con solo un golpe, es por eso que esta indicada en situaciones especiales en las que se requiera una rápida actuación. Es impresionante ver como el vehículo queda reducido a cenizas y polvo en cuestión de segundos, pero lo más impresionante y más bonito es ver la cara de felicidad de la gente, y poder leer en sus ojos que te dicen: «Seas quien seas… Gracias!

Pero el momento más gratificante como superhéroe, llega al caer la noche. Es durante la madrugada cuando entra en acción mi Sierra Ultrasilenciosa. Con ella hago desaparecer todas esas señales verticales innecesarias, que prohiben estacionar en lugares donde SI se puede estacionar. Es precioso escuchar el leve susurro que produce cortando. Podría parsarme la noche entera cortando señales verticales, sumido en una especie de éxtasis. Por eso no me gusta compartir esta sensación con la ciudadanía, me la reservo solo para mi. Es como si fuera el merecido descanso despues de un día de duro trabajo haciendo el bien…

Bueno…pues este es mi sueño, y esa la misión de mi superhéroe.